Carlos Linneo (Carolus Linnaeus, Carl von Linnée,
etc) ideó el método que se utiliza actualmente y fundó la rama de la
ciencia que se dedica a dar nombre a las cosas: la nomenclatura.
También hizo otras cosas interesantes en la vida (es el padre de la
taxonomía, obra incluso más ambiciosa que la nomenclatura, y también
ideó un método de cultivo de perlas). Pero hoy nos ocupamos de la
nomenclatura. Él ideó el uso de dos palabras en latín
para definir una especie (la primera indica el género y debe ir en
mayúscula, la segunda indica la especie dentro del género y debe ir en
minúscula). Antes de esto intentó utilizar una pequeña frase descriptiva
en latín, pero aquello multiplicaba en exceso el trabajo, y se redujo a
dos palabras. De ahí que muchos nombres científicos tengan esa
tendencia tan descriptiva, como Iris planifolia (lirio de hojas planas), Pinguicula grandiflora (gordita -por sus hojas carnosas- de grandes flores), etc.

El nombre científico solamente puede ser uno
válido, y se toma como referencia el primer nombre publicado para la
especie, tomando como año de partida 1753 (para plantas) y 1758 (para
animales), que fue cuando Linneo publicó su magna obra de clasificación y
nomenclatura y se estableció por primera vez un criterio claro.
Los nombres científicos se deben escribir en cursiva o ir subrayados
(menos usualmente resaltados en negrita). Para evitar confusiones se
deben acompañar (por lo menos la primera vez que se citen en un trabajo)
por el autor del nombre y el año de publicación: Passer domesticus
(Linnaeus, 1758). También es común que cuando se haya “presentado” a la
especie de la que vamos a hablar se abrevie en nombre del género,
diciendo I. planifolia, P. grandiflora o P. domesticus.
El Código Internacional de Nomenclatura Botánica (conocido por sus siglas en inglés, ICBN, en español CINB), que a partir del XVIII Congreso de Botánica celebrado en Melbourne (Australia) pasa a denominarse Código Internacional de Nomenclatura para algas, hongos y plantas. Es el compendio de reglas que rigen la nomenclatura taxonómica de los organismos vegetales, a efectos de determinar, para cada taxón vegetal, un único nombre válido internacionalmente.

El CINB reglamenta los nombres de los taxones de las "plantas verdes" (clado de las plantas terrestres y las algas verdes), pero también establece reglas para determinar los nombres de otros clados de eucariotas que tradicionalmente se estudian en los departamentos de Botánica, como las estramenopilas (clado que comprende a las "algas pardas", las "algas doradas", los oomycetes y los mohos acuáticos), algunos organismos del clado de los alveolados que tienen cloroplastos, como los dinoflagelados, y también las algas rojas, las glaucofitas, los "hongos verdaderos" (quitridos, zygomicetes, ascomycetes, basidiomycetes) y varios clados eucariotas "basales" (como las euglenalos mixomicetes, y los hongos de la clase Myxogastria).
La promulgación y corrección del CINB está a cargo de los Congresos Botánicos Internacionales (CBI), organizados por la Asociación Internacional para la Taxonomía de las Plantas. La edición actual es el llamado Código de Viena, por la ciudad en donde se celebró el 17º congreso (2005).1
Cada código deroga los anteriores y se aplica retroactivamente desde la
fecha fijada como inicio de la botánica sistemática en sentido moderno,
la publicación en 1753 del Species Plantarum de Carlos Linneo.
El principio fundamental del CINB es la determinación de la
prioridad; se conserva, salvo excepción, el nombre correspondiente a la
primera descripción publicada de un determinado taxón, tratándose los
nombres publicados con posterioridad para el mismo como sinónimos
correctos, pero inválidos formalmente. Los nombres pre-linneanos (y los
nombres que Linneo publicó antes de 1753, como por ejemplo Musa Cliffortiana para la planta que luego se denominaría Musa paradisiaca, el banano) no se consideran válidamente publicados.
A la descripción acompaña normalmente un tipo, es decir, un ejemplar del taxón en cuestión preservado y conservado en una colección o herbario.
El CINB se aplica no sólo al reino Plantae
tal como se define hoy en día, sino a todos los organismos
tradicionalmente estudiados por la botánica, incluyendo las algas
verdiazules (Cyanobacteria), los hongos (Fungi) y algunos protistas. La zoología y la bacteriología tienen sus propios códigos. En la clasificación de las especies vegetales cultivadas, el Código Internacional de Nomenclatura para Plantas Cultivadas proporciona reglas suplementarias.
ESPECIES
INTRODUCIDAS, NATURALIZADAS E INVASORAS: La introducción de seres vivos fuera
de su lugar de origen es uno de los principales problemas que afecta hoy en día
a la biosfera. Estas especies que han sido introducidas de forma accidental o
intencionada como consecuencia de las actividades humanas, al estar fuera de
su lugar de origen, en muchos casos ocasionan cambios irreversibles
en los ecosistemas naturales en los que se introducen. Las Islas Canarias, al
ser una de las zonas con mayor biodiversidad vegetal y animal, son especialmente
sensibles a estos cambios.
Las primeras
especies vegetales introducidas fueron consecuencia de la domesticación de
plantas para cultivo, utilizadas como alimento o con fines medicinales entre
otros. De esta forma, se empezaron a cultivar especies vegetales en zonas
distintas a las de origen.
En la sociedad
actual, debido al desarrollo de las comunicaciones, del comercio y del
intercambio de información, se ha impulsado notablemente la introducción de
especies y se ha permitido la coexistencia de especies que nunca antes habían
estado en contacto.
Estas especies
introducidas, pueden llegar a adaptarse al medio y en ocasiones causar graves
daños en los ecosistemas naturales. Dependiendo de esto se pueden diferenciar
los siguientes términos:
- ESPECIES INTRODUCIDAS: aquellas especies que han sido transportadas más allá de su zona de origen.
- ESPECIES NATURALIZADAS: aquellas especies introducidas capaces de reproducirse en el nuevo medio en el que se encuentran, sin intervención humana.
- ESPECIES INVASORAS: aquellas especies introducidas y naturalizadas que compiten con las especies propias del lugar, provocando incluso su eliminación.
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